A la cola

11 noviembre, 2011 § 3 comentarios

No os voy a descubrir nada nuevo. Doy por hecho que conocéis el axioma universal que postula que te pongas en la cola que te pongas siempre es la que va más lenta. Algún iluminado quiso solucionarlo con las cajas de “Servicio a Domicilio” que finalmente se han convertido en verdaderos hospitales de leprosos donde la gente que lleva dos carros llenos va a morir. Claro que no contaban con la abuela que te paga en monedas de 50 céntimos que tiene que contar ELLA PERSONALMENTE Y SIN GAFAS DE CERCA, o la husmia de la oferta que lleva 150 recortes de revistas con descuentos de 1 euro que caducaron en junio del año pasado. Os cuento todo este rollo porque el sábado me quedé atrapada en una cola de Carrefour que es básicamente como quedarte en el ascensor pero con menos intimidad.

Acorralada, sin cobertura en el móvil y sin iPod mi único recurso para no suicidarme fue observar a los que tenía delante y esto es lo que vi:

Señora grande con marido pequeño: Una compra de las de toda la vida. Dos, tres o incluso cuatro paquetes de cada cosa. Todo productos de los que hay que hacer cola. Tiene tarjeta Carrefour que lleva en un llaverito, entrega tickets descuento y acumula bolsas ecológicas de todos los supermercados de la zona. Su marido no habla, solo coloca. Carro lleno por 160 euracos.

Pareja de ninis: Con la superioridad moral de ser los poseedores del fondo, han llenado un carro con bebidas frustradas, ron que quería ser Cacique y se quedó en Negrita, Coca Cola que responde al nombre de Casera Cola y Fanta que cree que es de naranja por el color pero que atiende por el sobrenombre Gold. Abonan 62 europeos en billetes de 5 euros.

Dos “estudiantas” que comparten piso:
Desde el sábado además les une una estantería de 2,20, un colador, 12 rollos de papel higiénico y un ficus. 57 euros a riguroso escote.

Señor con peinado Anasagasti: 20 paquetes de azúcar, 16 botellas de aceite, 3 paquetes de rebocina, 18 cartones de leche entera marca Carrefour. Deduje, yo que soy muy avispada, bien que regentaba un bar, bien que tenía una fábrica clandestina de buñuelos. No me acuerdo la cifra que pagó porque todavía estoy intentando borrar de mi mente esas uñas de mejillón que llevaba.

Soltero y/o divorciado:
De los que entra al súper a porta gayola, sin carro, sin cesto y sin bolsa. Sus necesidades quedaron cubiertas con 1 paquete de foie, una cuña de queso Brie, 2 botellas de Rioja y 3 pares de calcetines. Y chica, abrazaba la compra de una manera… que estuve a punto de invitarle a cenar con lo que había comprado.

También estaba yo que fui a por cervezas y al final me gasté 64 euros en un cepillo de dientes eléctrico, una crema para la cara, 2 paquetes de rotuladores fluorescentes, 1 paquete de post it, 3 botellas de zumo de tomate, unas zapatillas de estar en casa, 2 aguacates, 1 paquete de zanahorias y 4 yogures de Activia. Se me olvidó la cerveza.


Como siempre que escribo algo que me gusta, hay por detrás una mano negra que me ayuda. Este post se lo debo a mi amiga Pilar una sevillana con gracia natural para todo. Para ella va.

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